Publicado por Nilda Bulzomi, Desinformémonos, el 1 de febrero del 2024
Más de 1800 hectáreas arrasadas por el fuego en Chubut. Es una receta conocida: incendios intencionales, intereses económicos, leyes que se incumplen y un poder político que desliga responsabilidades y regala culpas. Los incendios como engranaje del modelo extractivo, agravado con un Gobierno que niega la crisis climática y solo ve la naturaleza como un recurso a explotar.
Desde Esquel
Se desató el jueves 25 de enero en la tarde anochecida y en lo alto. A 1.400 metros arriba de la ruta que bordea el paraíso apetecido y a la derecha del Arroyo Centinela. A las 22.30 los brigadistas trabajaban en dos focos que se amalgamaron y en pocas horas habían consumido dos hectáreas y media de bosque nativo.
En la mañana del viernes 26 se sumaron diez brigadistas a los 28 iniciales y ya operaban un avión y un helicóptero. Se sumaban también los pedidos de apoyo. Y el viento. Siempre el viento. El siguiente informe contabilizaba 65 hectáreas, luego 600, 1.800 y contando.
En este lunes 29, el fuego es “combatido” por más de 100 brigadistas arribados de distintos puntos de la provincia y el país. Y esperan refuerzos.
En las ciudades cercanas percibimos el fuego a través del humo en el aire, del olor nocturno y agrio, del viaje de cenizas, del sobrevuelo de avionetas. Lo vivenciamos en las voces de los laburantes precarizados que en los medios locales nos cuentan sus labores y dolores.
Junto a otras y otros trabajadores del Parque Nacional Los Alerces, los brigadistas participan en asambleas multisectoriales y en las movilizaciones que nos aúnan para enfrentar el desguace del Estado y los despidos con los que nos convidan los nuevos gobiernos.
La voracidad del fuego ha devorado el bosque de lenga como espejo quizás de la propuesta de no gradualidad, de medidas de shock para alcanzar el cero. Cero déficit, cero bosque, cero estabilidad laboral, cero humanidad.
Porque estos laburantes, sometidos al calor y la precariedad sólo tienen contrato hasta el mes de marzo.
La tragedia, por frecuente y reiterada, nos somete a un constante deja vú de reclamos y denuncias y, esta vez, con la densidad fangosa en la que el país entero está sumergido. Porque sucede en medio de una avanzada tiránica que pretende arrasar con el bosque y también con las leyes que protegen —o debería proteger— el bosque. Porque sucede en medio de una atroz desposesión de derechos y de bienes insustituibles. Porque el látigo no deja de agitarse y la motosierra indispensable en el incendio anda cercenando cerebros a puro grito en las ciudades de la furia y la letra y el espíritu de las leyes ambientales que supimos conseguir están internadas en terapia intensiva atropelladas y heridas por el proyecto de Ley Ómnibus.
Hay otra tragedia que se reitera: la de las nuevas caras con las mismas bocas, las de las nuevas bocas con las mismas palabras. La del imaginario fundacional de este Estado que sólo avanza marcha atrás, marcha militar, marcha oligárquica. A contramarcha del pueblo.
El gobernador de Chubut, Ignacio Torres, radicó una denuncia en el Juzgado Federal de Esquel (a cargo del juez Guido Otranto). Pidió una investigación contundente, un protocolo de prevención y una pena ejemplificadora en respuesta a la calificación que desde el inicio se hizo de un “incendio intencional”.
El detalle para nada menor es que el día anterior se encargó de señalar a la organización RAM (Resistencia Ancestral Mapuche) por los incendios y al Pueblo Mapuche como delincuentes con negocios inmobiliarios en cuanto medio tuvo a su alcance.
La respuesta de las comunidades no se hizo esperar: “Queremos dejar en claro que el pueblo mapuche lleva una lucha histórica en defensa de la ñuke mapu, los bosques son una parte esencial de nuestro itrofil mongen y nunca le haríamos daño. Sabemos de los intereses extractivistas que por ejemplo lleva el magnate terrateniente Joe ron la construcción de una represa hidroeléctrica, entre otros intereses inmobiliarios que existen justo por la zona en donde comenzó el incendio. Esto no es algo nuevo recordemos que hace poco intentaron iniciar un foco de incendio en la entrada al Lof Paillako y Pu Lamuen que viven allí junto a brigadistas pudieron darle fin y no dejar que creciera.”
Y, como suele suceder, las apuestas se redoblan y en un diario tradicional y nacional se imprimen nombres y apellidos que reafirman y ratifican el racismo que habita y pervive en comunicadores, funcionarios y gente de a pie aún hoy, en tiempos de “libertad”.
Mientras tanto, el gobernador Torres teje lazos comerciales con Medio Oriente y se reúne con el Embajador de Emiratos Árabes en busca de inversiones lo que ha despertado suspicacias varias.
Se apaga el día pero no el incendio. Tampoco se apaga el fuego del desamor al que pretenden someternos.
Mientras, se encienden nuevas y mejores luchas para defender el territorio que se habita y se ama.
Fuente: https://desinformemonos.org/todo-fuego-es-politico/