Jul 16

Filgua 2025 presentó “Cartografía de un cautivo”, un libro para pensar

Publicado por Jorge Fernández, Prensa Comunitaria, el 13 de julio

“La escritura, para mí, es un proceso de observación crítica. No escribo desde la certeza, ni desde la inspiración espontánea, sino desde el intento de problematizar ciertas experiencias que se suelen dar por sentadas”, Derik Mazariegos.

El pasado 5 de julio, quienes asistimos a la presentación de Cartografía de un cautivo, el primer libro de poesía de Derik Mazariegos, periodista de Prensa Comunitaria, fuimos testigos de un momento significativo en su trayectoria literaria. El evento se llevó a cabo en el salón Margarita Carrera de la Feria Internacional del Libro de Guatemala (Filgua) 2025, en una edición que este año homenajeó a la académica Marta Elena Casaús Arzú.

En un acto íntimo y agudo, el autor tomó el micrófono no solo para narrar su experiencia personal como escritor, sino también para pensar juntos desde el cuerpo y su relación con estructuras que nos organizan: el deseo, la rutina, el género y el mandato de utilidad.

“No escribí este libro para conmover. Lo escribí para pensar y para invitar a pensar desde otros lugares”, expresó Derik durante la presentación.

Cartografía de un cautivo es el fruto de varios meses de trabajo minucioso, tanto del autor como de la editorial Cazam Ah, que se encargó del proceso de edición y corrección.

Derik Mazariegos nos cuenta que no solo escribió: escuchó, releyó, dudó, volvió a escribir. Su búsqueda fue también una apuesta por la experimentación poética, por probar ritmos, formas, silencios, sin dejar de lado la escucha a sus colegas escritores, a lectores atentos, a quienes, como él, creen que la poesía puede pensarse colectivamente, aunque la voz sea una sola.

Una escritura encarnada en el territorio

Derik, nacido en 2002, no es solo poeta: es periodista de Prensa Comunitaria, investigador comunitario, divulgador, habitante de Palencia (territorio con antiguas y negadas raíces del pueblo Xinka). Vive entre libros, arte, historia y comunidades, entre palabras, curiosidad y caminos polvorientos. Estudia el Profesorado en Literatura y la Licenciatura en Antropología en la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC), y mientras lo hace, también se ha desempeñado como guía del Museo Casa de la Memoria, un espacio de memoria histórica en ciudad de Guatemala. También forma parte del colectivo Chiviricuarta en su municipio y conversa en un podcast con nombre de promesa: Puntos suspensivos.

Su trabajo se centra en entender cómo el territorio, el poder, la identidad, la cultura y los conflictos ambientales se entretejen. Ha acompañado y documentado procesos comunitarios, y participa activamente en la reconstrucción de memorias locales, centrándose en la recuperación de los vestigios culturales del pueblo Xinka, que han sido rotos y enterrados entre las arenas del tiempo.

El pensamiento poético como disidencia

Hay escrituras que buscan acariciar, que dicen que todo estará bien. Y hay otras que no prometen consuelo, sino preguntas. Derik se sitúa en la segunda. La suya es una poesía que no trata de ser útil, ni redonda, ni exacta. Como si el lenguaje pudiera tartamudear con dignidad, o decir no sé con la belleza de lo auténtico.

No todo tiene que ser inteligible de inmediato. A veces hay que dejar espacio para la ambigüedad, no como recurso estético, sino como forma de resistencia, nos confesó. Y así lo demuestra el libro, que no tiene centro al que llegar. Es una cartografía, sí, pero una que se traza mientras se camina, sin brújula.

En el poema Máquina, la voz poética lanza una advertencia que es también una sospecha compartida:

“Nos hicieron creer que el movimiento es vida,

que avanzar es progreso,

que quedarse quieto es caer en el olvido.”

No se trata solo de denunciar. Es un modo de parar, de detenerse en medio del ruido. De escribir como quien respira hondo cuando todos corren.

Influencias como constelaciones

Las influencias de Mazariegos son diversas y precisas: Alfonsina Storni, Luis de Lión, Ernesto Cardenal, Eduardo Galeano, pero también Arca, esa música que desbarata la identidad y recompone el cuerpo desde el sonido. La poesía de Derik parece tejerse desde esa misma inquietud: la de no encajar, la de no obedecer las formas. A veces el poema no cierra y eso es lo que más queda.

Cuando el poema no cierra, queda el rastro de una pregunta, de un roce con algo que no puede explicarse del todo, pero que se vuelve pensamiento, explicó. Y así se entiende este libro: como un espacio donde habitan los restos de lo que no se puede nombrar del todo.

A esas influencias literarias y sonoras, Derik Mazariegos suma otras más íntimas: las de la experiencia. Su lucha por la defensa del territorio y de la cultura Xinka, los silencios que ha tenido que habitar, las carencias que lo han marcado, el aprendizaje desde la contradicción y la soledad han sido, sin buscarlo, escuela para su palabra. También lo han sido sus colegas y amigos escritores, los compañeros del colectivo Chiviricuarta, los rostros que escuchan y recuerdan en el Museo Casa de la Memoria. Con ellos ha aprendido a escribir no solo con la cabeza, sino con la vida. Lo que dice viene de lejos, y también de adentro.

Un libro sin barrotes, pero con cautiverio

El título Cartografía de un cautivo no es una metáfora vacía. Habla de cárceles invisibles: el lenguaje, el tiempo, la utilidad. De esas estructuras que nos dicen qué hacer, cuándo hacerlo y por qué. De las formas de encierro que nadie denuncia porque parecen normales.

Y, sin embargo, Derik no escribe desde la queja. Su poesía es un gesto político, sí, pero también profundamente humano. No grita, pero incomoda. Escribir desde la inutilidad, dice, puede ser también un acto de libertad.

Es un intento de trazar una geografía no lineal, hecha de fragmentos, de repeticiones, de registros que a veces se contradicen. No como error, sino como método, asegura.

Además del mandato de productividad, la utilidad y el tiempo, el libro se atreve a explorar territorios complejos: su identidad personal y cultural, el cuerpo como territorio de defensa, las relaciones humanas con sus aciertos y sus fallas, la figura de Dios como pregunta persistente, y también la fantasía, lo onírico, ese otro mundo donde todo es posible, aunque no todo sea comprensible. Su poesía, sin proponérselo, cruza la frontera entre la vigilia y el sueño.

La apuesta de una editorial que resiste

Cazam Ah, la casa editorial que publicó el libro en su décimo aniversario, parece haber encontrado en Derik Mazariegos una voz a su altura: radical, amorosa, indócil. Con esta presentación en Filgua 2025, Cazam Ah reafirma su vocación por una literatura que no se deja domesticar, que no busca “servir para algo”, pero que puede cambiarlo todo.

Junto a Cartografía de un cautivo, Cazam Ah presentó también ediciones conmemorativas y especiales de otros títulos que han marcado su catálogo a lo largo de estos diez años: una cuidada Antología poética del escritor Christian Chavarría, y los dos volúmenes de Espantos y aparecidos: cuentos de Guatemala, del narrador Jorge García, libros que han hecho eco en dicha casa editorial.

A lo largo de su trayectoria, Cazam Ah apuesta por literatura que emerge de distintos territorios, por publicar mujeres escritoras, por una literatura comprometida, con mensaje, que habita desde el sentimiento, el arte y un alto valor estético. Su catálogo no teme la disidencia, ni la belleza.

Además, como editorial independiente, ha sabido innovar: no solo edita libros de autores guatemaltecos y extranjeros, o reedita clásicos, sino que ha creado audiolibros, publica bajo demanda y acompaña procesos editoriales con un espíritu formal y riguroso. Todo esto la convierte, sin exagerar, en un hito histórico dentro del panorama literario guatemalteco, por la forma en que abre caminos para otra forma de hacer y contar la literatura.

Derik Mazariegos, al presentar este libro en Filgua 2025, se inscribe dentro de una nueva camada de escritores guatemaltecos que, más que contar una historia, interrogan la forma de contarla. Su apuesta es política desde lo formal, y poética desde la pregunta.

Cierre

En tiempos donde todo parece exigir inmediatez, utilidad y respuestas, Cartografía de un cautivo nos recuerda que también hay valor en la pausa, en la contradicción, en lo que no se entiende del todo. La voz de Derik Mazariegos se suma a una generación que busca hablar, decir, contar: una generación que está arrebatando el derecho a la palabra.

Fuente: https://prensacomunitaria.org/2025/07/filgua-2025-presento-cartografia-de-un-cautivo-un-libro-para-pensar/

 

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