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Cuanto vale la vida de una mujer?

¿CUÁNTO VALE LA VIDA DE UNA MUJER?
Gloria Arenas Agis
8 de marzo de 2009.
Día Internacional de la Mujer.

 Una noche, hace más de veinticinco años, la pequeña comunidad nahua de
Tepetixtla, enclavada en la Sierra de Zongolica, se encontraba reunida
con el objetivo de llegar a un arreglo entre la familia de una
adolescente que había sido violada y la familia del joven violador. La
muchacha había ido al arroyo por agua y regresaba con dos cubetas de
plástico llenas cuando el agresor la arrastró al monte, las cubetas
quedaron rotas en la vereda. A pregunta expresa, la familia de la
víctima pidió que se repusiera el daño causado con dos cubetas nuevas.
La familia del violador convino en esto y el asunto quedó solucionado.
La asamblea terminó y la gente comenzó a dispersarse. Quedé inmóvil,
como la piedra que me servía de asiento. Pensé que tal vez mi forma
occidental de razonar no lograba desentrañar  la complejidad de lo que
acababa de presenciar, que era una joven inexperta que no alcanzaba a
entender otras culturas, pero nada de esto logró mitigar el impacto que
sentía. Dos cubetas de plástico nuevas para reponer las que se habían
roto era justo ¿y para reponer la integridad destrozada de la muchacha?
Nada ¿Cuánto valía ella?

 Con el transcurso de los años he llegado a la conclusión de que en el
fondo del asunto no yacía una forma cultural diferente, ni los "usos y
costumbres indígenas" respecto a la mujer. No se trataba tampoco de un
hecho aislado o que raramente sucede, sino de algo que se repite
constantemente, en todos los lugares, en distintas culturas, en diversos
sectores, aunque revestido de diferentes maneras.

 El poco valor que nuestra sociedad da a las mujeres tiene varios
nombres, se llama patriarcado, se llama discriminación, se llama
violencia contra la mujer, se llama machismo.

 En Ciudad Juárez, Chihuahua -y en todo el país- cientos de niñas,
adolescentes y jóvenes son violadas y asesinadas. Sus cuerpos muestran
la salvaje brutalidad con la que se les ataca. Muchas otras están
desaparecidas. Cientos y cientos de ellas, hasta acumular miles de casos
mientras las autoridades -hombres y mujeres- encargadas de protegerlas
se preocupan más por ocultar estos crímenes y por hacerlos pasar como
una situación "normal", que por investigarlos y evitarlos.

 Que gobernantes y funcionarios de todos los niveles actúen así se
explica porque corresponden a un estado capitalista y patriarcal cuyos
intereses hegemónicos están por encima de todo. Calderón mismo
dictaminó, antes que nadie, que la causa de la muerte de Ernestina
Ascencio, también indígena nahua de la Sierra de Zongolica, no fue la
violación a manos de militares, como ella alcanzó a decir, sino una
gastritis mal atendida. La Suprema Corte de Justicia no encontró que a
Lydia Cacho se le hayan violado sus derechos gravemente.  Estos mismos
magistrados, en un asombroso acto de malabarismo, reconocieron graves
violaciones en la represión contra San Salvador Atenco, pero al mismo
tiempo eximieron de responsabilidad penal a los culpables.  Las personas
y organizaciones que exigen justicia para las mujeres violadas por
militares en Saltillo y en Guerrero son perseguidas y amenazadas.
Tampoco son una sorpresa las posturas discriminatorias y misóginas de la
derecha: pretender convertir la capacidad de concebir y ser madre de la
mujer en una obligación cuyo incumplimiento sea penalizado, sólo por dar
un ejemplo. Pero ¿Hasta dónde el movimiento popular, la izquierda, con
posiciones políticas y sociales más progresivas, refleja el mismo
machismo, el mismo desprecio?

 Macella (Sali) Grace Eiler tenía diecinueve años  cuando llegó a
nuestro país en 2007 procedente de Estados Unidos, atraída por la
resonancia internacional que para entonces ya tenía la insurreción
popular de Oaxaca. Solidaria participó en el movimiento oaxaqueño,
conoció organizaciones y personas. Impartió talleres para niños en
comunidades indígenas. Su padre y su madre vinieron a visitarla.
Regresaron con la impresión de que México estaba operando de tal manera
en su hija que ella estaba creciendo como ser humano. El 14 de
septiembre de 2008, cuando le faltaban dos semanas para cumplir veintiún
años de edad fue asesinada, su cadáver fue encontrado en San José del
Pacífico, desnudo, con cuatro  machetazos, signos de violencia en el
cuello, sin ojos, sin cabello, la cara parecía haber sido desprendida o
quemada totalmente.

 El número de asesinatos contra indígenas, maestros y luchadores
sociales cometidos por caciques, paramilitares y policías bajo el
gobierno de Ulises Ruíz es elevado,  por eso, la suposición lógica fue
que se trataba de un asesinato político. Pero quienes la conocían en el
CIPO de Oaxaca, y un grupo de artesanos instalados en las inmediaciones
del Auditorio  Che  en la Ciudad de México, no se conformaron ni con la
versión oficial, ni con suposiciones e iniciaron una eficiente
investigación que culminó con la detención del asesino en el Okupa Che y
su entrega a las policías del DF y Oaxaqueña.

 Lo que sucedió después es el amargo corolario de una historia de
terror. La Procuraduría de Justicia de Oaxaca en un intento de ocultar
su incapacidad y falta de interés en investigar el caso dijo que ya
estaban sobre la pista del asesino y que de cualquier manera lo habrían
detenido. Sali, victimada, no podía contar lo que sucedió, pero había
muchas pruebas e indicios que hablaban por ella, sin embargo ni
autoridades ni medios de comunicación recogieron los testimonios de
varias personas que habían aportado la información que permitió la
captura del asesino, ni realizaron una indagación profesional. "El
Imparcial" de Oaxaca difundió una visión totalmente inventada sobre lo
acontecido. Que ella era novia del asesino, que habían consumido drogas
y que riñeron. La autopsia practicada al cadáver es muy deficiente. No
especifica si fue violada o no, una omisión imperdonable pues todo
indica que la violación fue el móvil del agresor. No explica la causa
por la que el rostro estaba negro o había sido desprendido. No se
practicaron exámenes toxicológicos. Tiempo después se dijo que se
practicaron unos exámenes y que éstos arrojaban que había consumido
drogas, pero su credibilidad es muy cuestionable porque no fueron
realizados en oportunidad y más bien parece que se quiere confirmar con
ellos la versión inventada y la del asesino. Aunque la autopsia tiene
varios vacíos e incongruencias el gobierno estadounidense, representado
por sus diplomáticos en México, no exigió una segunda autopsia, ni
mostró interés real en una investigación exhaustiva. Lo que hizo fue
recomendar la incineración del cuerpo antes de que éste fuera llevado a
Estados Unidos. John Gibler, escritor y periodista que ha escrito sobre
diversos problemas sociales y reseñado algunos movimientos en nuestro
país, se trasladó a San José del Pacífico, vió el lugar donde fue
hallado el cuerpo de Saly. Entrevistó y recabó diversos testimonios,
entre ellos, el de las personas que estaban con ella esa noche cuando el
asesino se acercó y le ofreció llevarla a la casa de la persona que ella
buscaba. La información que recogió demuestra que el asesino y Sali no
eran novios y que ni siquiera se conocían, que tampoco era adicta a
drogas, ni al alcohol. Pregunté a John si su minuciosa investigación
periodística había sido publicada y quedé impactada con su respuesta. No
había sido pubicada porque la revista estadounidense de izquierda que se
había interesado en el caso, al ver que el móvil del asesino no había
sido político sino muy probablemente la violación dijo que no la
publicarían. Dieron una razón: "No se trataba de un asesinato político".
En otras palabras, la verdad sobre Sali y su muerte no merecía ser
divulgada, se trataba de un feminicidio más que no era de su interés.
John me platicó también que las personas que le dieron su testimonio en
San José del Pacífico le dijeron que nadie había ido a preguntarles
nada, ni policías, ni medios de comunicación. Lo que significaba que las
versiones difundidas caracían de una indagación mínima que la sustentara
y otras se basaban en lo dicho por el victimario. Él estaba sorprendido
de encontrar tal indiferencia de autoridades y medios de comunicación en
el país que ha logrado que la palabra feminicidio se retomara
internacionalmente. ¿Cuánto valía la vida de Sali para el gobierno de
Estados Unidos? ¿Cuánto valía para la revista estadunidense de izquierda
que perdió interés en el caso, "porque no era político". ¿Cuánto valía
para las autoridades oaxaqueñas? ¿Cuánto valía para los medios de
comunicación que propagaron versiones falsas que culpabilizaban a Sali
de su asesinato?

 El 2 de noviembre de 2008, en el área metropolitana de la Ciudad de
México, Libertad y el Mapache que habían sido pareja, riñeron en el
interior del automóvil que ella iba conduciendo. Él empezó a golpearla,
el coche se detuvo y gente que estaba en ese lugar intervino sacándolo a
él del vehículo.  Ella siguió conduciendo hasta su departamento. Después
llegó él, entró y empezó a golpearla en el cuerpo y en la cabeza. Ella
perdió el conocimiento, pero los vecinos se dieron cuenta de lo que
sucedía y evitaron que la golpiza continuara.  Fue llevada al hospital
donde le diagnosticaron edema cerebral y contusiones diversas.  Este es
un caso de violencia contra la mujer entre los millones que se dan en
nuestro país.7

 Ante la indiferencia social general y de las autoridades en particular.
Es común que en estas situaciones se abandone a la mujer a su suerte
aduciendo que es asunto particular o familiar, como si la violencia
hacia la mujer y la violencia intrafamiliar no fueran un problema
social. Pero en esta ocasión lo acontencido no pasó desapercibido para
el entorno cercano a ellos: el movimiento en el que ambos participan y
ambos son conocidos.
 El hecho puso a discusión el tema de la violencia hacia la mujer e
intrafamiliar como manifestaciones de poder patriarcal -que no es
exclusivo de los hombres-. Dondequiera que se iba teniendo noticias del
caso surgía la pregunta ¿qué hacer?  Las reacciones fueron muy
diferentes, un colectivo expulsó de un evento al golpeador. Otro
colectivo amenazó a Libertad de que si ella hacía algo, iban a decir que
ella no era compañera del movimiento social -como si eso le diera
derecho a él de golpearla-. La generalidad reprueba la violencia
empleada por el Mapache y algunos incluso se lo han expresado
directamente a él. Éste difundió una carta en la que niega ser un
golpeador y se declara incomprendido.  Hay quienes opinan que él es un
compañero y hay que escucharlo -como si lo que él pudiera decir,
justificara la golpiza que propinó a la compañera-.  Y hay quienes se
pronuncian por generar, a partir del hecho, una corriente de opinión de
reprobación de la violencia hacia la mujer.  Otras y otros opinan que es
mejor callar y dejar las cosas como están para no crearse problemas.

 Si bien hay una postura mayoritaria de rechazo a la violencia y al
machismo manifestados, ésta no se ha visto reflejada  en la práctica en
la misma magnitud. El caso dejó ver que existe más desconcierto que
claridad ante qué hacer.  Dejó ver que existen posiciones disímbolas.
Sobretodo, dejó ver que no hemos podido generalizar en la izquierda
-entre hombres y mujeres- un pensamiento antipatriarcal, una corriente
de opinión extensa de rechazo a las prácticas de violencia contra la
mujer, vengan de quien vengan.  Y vuelve a plantear la necesidad de
profundizar la reflexión sobre el tema.

 ¿Es que el cálculo político prevalece sobre la integridad de una mujer?
¿Cuál es la importancia que damos a combatir el patriarcado? ¿Qué tanta
importancia da la izquierda a la lucha contra la violencia hacia la
mujer? ¿Consideramos parte del movimiento popular a los grupos no
gubernamentales que atienden a mujeres, niñas y niños víctimas de
violencia, de explotación sexual y de pederastia; a quienes luchan por
poner un alto a los feminicidios y desapariciones no políticas? ¿Qué
grado de contradicción existe en la izquierda entre nuestras -en mujeres
y hombres- convicciones feministas y antipatriarcales y nuestra práctica
-política y privada- cotidiana?

 El recuerdo de aquella reunión en Tepetixtla de hace más de 25 años
llega una vez más a mi mente.  Obviamente en la capital del país y en el
siglo XXI existen personas para quienes la vida de una mujer no vale ni
siquiera dos cubetas de plástico. ¿Cuántas historias como ésta se
repiten en todos los ámbitos sin importar cultura, clase social o
ideología?

 En el movimiento popular hay ejemplos de colectividades que han
encontrado cómo realizar esfuerzos prácticos en pro de la equidad entre
géneros.  Recuerdo haber leído en el Encuentro de Mujeres Zapatistas y
los Pueblos del Mundo: Comandanta Ramona realizado en Chiapas a fines de
2007, a una pregunta realizada por una de las presentes sobre qué hacían
las Zapatistas cuando un hombre maltrataba a su mujer, las expositoras
contestaron que el grupo de mujeres de la comunidad iba a su casa y
hablaba con él.8   En Apizaco, Tlaxcala el Colectivo Apizaco de
Trabajadoras Sexuales sostiene que venden placer, no su cuerpo, su
cuerpo es de ellas, rechazan a los padrotes igual que a la extorsión
policíaca y a los planes de gobierno de la Ciudad de ponerlas al
servicio de inversionistas que pretenden explotar su trabajo.  Han
logrado protegerse, cuidarse y solidarizarse unas con otras en vez de
competir entre ellas.  De estos esfuerzos y otros más, podríamos
aprender9.  Sin embargo el patriarcado está tan compenetrado en todos
los ámbitos de nuestra sociedad que el movimiento popular no es la
excepción.  La lucha que se da para combatirlo aún no es lo
suficientemente extensa y profunda como para reflejar un cambio
sustancial y distamos mucho de poder decir que vamos ganando la partida
en la creación de un mundo en el que mujeres y hombres nos relacionemos
sin desprecio ni discriminación, sin dominación ni violencia.
Necesitamos conocer más historias de personas y colectividades que
llevan a la práctica esfuerzos de combate a la violencia contra la
mujer, esfuerzos liberadores del machismo y del dominio patriarcal.

 La igualdad de género no es algo que se de por añadidura en la práctica
de los movimientos de izquierda, ni se dará en automático en un sistema
no capitalista.  Es algo que tenemos -hombres y mujeres- que construir
desde ahora.  No hay congruencia si afirmamos que queremos una sociedad
sin discriminación ni machismo en el futuro, pero al mismo tiempo no
hacemos nada para construirla desde abajo.

Gloria Arenas Agis
8 de marzo de 2009.
Día Internacional de la Mujer.
mujeresyla6a@yahoo.com.mx

informaciòn adjunta acerca de la Compañera Gloria Arenas Agis:
http://www.kaosenlared.net/noticia/evento-gloria-arenas-libertad
Gloria Arenas Agis, (Coronela Aurora)
Presa Política
Edad: 47 años
Originaria de: Orizaba, Veracruz
Estado civil: Unión libre
¿Tiene hij@s? Sí, una hija
Actualmente recluida en: CPRS de Ecatepec, Sta. María Chiconautla Fecha
de detención: 22/10/1999 (aprox. a las 10:00am) Lugar de detención: San
Luís Potosí Trabajo político: (Al momento de su detención) Coronela
Aurora del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI).
(Actualmente) Adherente a la Sexta y a la Otra Campaña, participa en el
sector mujeres y en la Comisión por l@s nuestr@s. Escritora y poeta. ¿De
qué se le acusa? Se le acusa injustificadamente de los delitos de
Homicidio Calificado, Tentativa de Homicidio Calificado, Daños en
Propiedad Ajena y REBELIÓN.
Detención: Es detenida por la Policía Federal Preventiva.Al momento de
su detención, WILFRIDO ROBLEDO MADRID es Comisionado General de la
PFP.Encabezaron el operativo GENARO GARCÍA LUNA (por parte de la PFP) y
MARIANO HERRÁN SALVATTI por parte de la PGR. ¿Fue maltratada? Sí, con
golpes, toques eléctricos, amenazas, amenazas de muerte, incomunicación
y tortura sicológica.Torturada por tres días en el hangar de la PGR en
la Ciudad de México. …me quitaron la venda de los ojos… me dejaron
las esposas y me sacaron agarrándome de los cabellos agachándome para
que no pudiera yo ver. Obligándome a ver hacia el suelo, me sacaron de
mi casa y ahí inmediatamente estaba una camioneta. Me pararon, ahí en la
camioneta abrieron la puerta de atrás y me dijeron ahora vas a ver a tu
esposo, efectivamente estaba tirado en el piso de la camioneta, varios
hombres igualmente vestidos de negro y con pasamontañas, lo pisaban. Lo
que yo reconocí fue su chamarra y como vieron que no lo reconocía muy
bien, lo levantaron de la cabeza jalándole los cabellos. Tenía un grueso
vendaje sobre los ojos que le cubría gran parte de la cara, como yo
buscaba reconocerlo le dijeron, Antonio aquí está ella. Él me dijo unas
palabras pero como hablaba con dificultad y no alcanzó a hablar fuerte
porque hacía esfuerzo al hacerlo, no alcancé a entender qué me dijo. Él
estaba golpeado y torturado y me impresionó mucho. Inmediatamente
cerraron la puerta y me jalaron hacia otra camioneta donde me tiraron al
piso y pusieron la venda en los ojos…" "…el hombre que iba al mando
se subió donde iba yo e iniciaron la marcha.En el transcurso de ésta me
preguntó: ‘¿cómo te llamas?’ le dije el mismo nombre que le había dado y
me contestó: ‘no el de cobertura sino el verdadero’. Yo le volví a dar
el mismo nombre, cuando sentí el primer golpe en el estomago, entonces
encogí las piernas para protegerme pero los demás que iban ahí me las
extendieron y detuvieron para que aquel hombre me siguiera golpeando en
el estomago…" "…me llevaron a otro lugar que estaba cerca de otro
cuarto, ahí otro hombre… este hablando más golpeando me dijo ‘a ver
qué es lo que nos puede decir que nos sea útil’. Como no contesté me
torturaron, con toques eléctricos, me desnudaron y me daban toques.
Fueron tres sesiones de toques en ese día, cuando no me torturaban me
regresaban al otro cuarto. Ahí alguien me echaba una cobija. Para
torturarme me quitaban la cobija y me llevaban al cuarto donde me
torturaban. Ese día lo pasé en eso y en escuchar la tortura de mi
esposo, cuando lo torturaban hacían un ruido muy fuerte, como de un
motor, una turbina de un motor muy grande y también se escuchaban ruidos
de metal…" Así es como surgieron a la lucha social ella y su hermana
Norma, cuando eran unas jovencitas de no más de 20 años de edad. La
lucha social de Gloria Arenas Agis nacío en Zongolica. Ella, su hermana
Norma y el esposo de su hermana, Felipe Velasco, organizaron a los
campesinos serranos y fundaron el TINAM (Union de Todos los Pueblos
Pobres), para emprender una lucha pacifica en defensa de sus habitantes.
Luego de que fueron encarcelados, reprimidos y amenazados para que
abandonaran Veracruz, el grupo su esfumó. Nada se supo de su paradero y
actividades. Fue hasta el 22 de Octubre de 1999, cuando la Secretaría de
Gobernación anunció la captura y presentó a los dirigentes del Ejercito
Revolucionario Popular Insurgente (ERPI), entre ellos, a Gloria Arenas
Agis, comandante Aurora, y su esposo Jacobo Silva Nogales, Comandante
Antonio, presa actualmente en el penal de Chicanautla, Estado de México
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